Avergonzado...

Nuestra trayectoria nos delata y los diccionarios lo confirman. Los egoístas y desproporcionados actos humanos nos defininen como especie. En su camino por la descontrolada búsqueda del poder, el virus más complejo de la tierra sigue arrasando con ella. Con todos los seres que la habitan y, lo que es más esperanzador, consigo mismo, la especia humana.

Siento vergüenza. No tengo ni la más remota intención de esperar un milagroso cambio de actitud global que nos una a todos en un gesto de hermandad en favor de la naturaleza, eso es imposible y científicamente improbable.

La destrucción es inherente a nuestra especie: estamos destinados a exterminarnos, a nosotros mismos y a los demás, incluyendo todo lo que nos rodea.

Pero todavía tengo esperanzas, con un poco de suerte acabaremos con nuestras vidas, a tiempo para que nuestros vecinos puedan volver a vivir en paz, en su casa, lugar que les fue arrebatado por la parte más humana de la naturaleza, nosotros.

Somos la única arma de destrucción masiva que hay en la tierra, porque tenemos ese poder, y porque no sabemos cómo controlarlo. Quiero que nos extingamos.

Texto traducido de Söenlercherd Mischa